Opinión - 17 de abril de 2020

¿Qué mundo queremos después de COVID-19?

Escrito por Bertrand Piccard 4 min lectura

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La crisis del coronavirus aún no ha terminado y mucha gente está sufriendo: los que lo han contraído y sus familias, el personal sanitario en primera línea de batalla, los trabajadores que pierden su empleo, los autónomos y las pequeñas empresas que se enfrentan a un futuro incierto, y los mercados bursátiles que se desploman.

Para muchos, este es un momento terrible.

En este momento, nuestra atención debe centrarse en la lucha contra el virus, al tiempo que nos aseguramos de mantener a flote nuestra economía y nuestro sistema financiero. Sin embargo, cuando salgamos de la crisis inmediata, tendremos que reiniciar nuestra economía lo antes posible, poniendo en marcha las líneas de producción y haciendo que la gente vuelva a trabajar y a tener ingresos.

Eso nos deja una opción: luchar desesperadamente por volver a lo que teníamos antes o intentar alcanzar una situación mucho mejor.

¿Qué teníamos antes de COVID-19?

Una economía lenta, lineal y que emite carbono, que lucha por aumentar las tasas de empleo y la calidad de vida, mientras agota los recursos naturales, produce residuos peligrosos y contaminantes tóxicos, poniendo en riesgo a la población y a la industria, antes de mencionar siquiera el cambio climático.

¿Es esto realmente lo que queremos recuperar?

Existe otro camino: aspirar a un crecimiento cualitativo, con una economía circular, sostenible y altamente competitiva. ¿Cómo lo conseguimos? Sustituyendo las infraestructuras antiguas y contaminantes por otras modernas, limpias y eficientes, en todos los sectores: agua, energía, construcción, movilidad, agricultura y procesos industriales, por citar algunos.

Esto crearía muchos más puestos de trabajo y haría crecer nuestro PIB mucho más que de la forma antigua.

Por eso es una falsa contradicción decir que el Green Deal es un lujo que no nos podemos permitir. Las inundaciones, las sequías, los incendios forestales, la subida del mar y la desertificación nos van a golpear con fuerza. Además, el retroceso de la naturaleza y el deshielo del permafrost nos enfrentarán a más virus desconocidos.

El repentino parón de la producción y el transporte de masas, aunque perjudica a nuestra economía, nos da una pequeña muestra de cómo podría ser si electrificáramos nuestra movilidad y redujéramos los combustibles fósiles en nuestra industria. Porque en lugar de imaginar el aire limpio en el corazón de nuestras ciudades, ahora se puede oler realmente.

El Green Deal es una estrategia de crecimiento que resulta que también protege el medio ambiente. Las energías renovables y las tecnologías limpias son una enorme oportunidad económica e industrial que tiene un futuro más brillante que volver a una economía basada en los combustibles fósiles y plagada de incertidumbre e imprevisibilidad.

¿Por qué? Porque las tecnologías limpias se pagan solas, gracias al ahorro de energía y recursos que ofrecen. Invertir en estas nuevas infraestructuras no es un coste, es una inversión, una forma de aumentar los beneficios de la industria y reducir el gasto de los particulares.

Podemos construir una sólida red de energías renovables basada en la energía solar, geotérmica, biomasa, oceánica y eólica, aunque las posibilidades van mucho más allá.

Podríamos electrificar los puertos con energía de tierra a barco para reducir las emisiones del transporte marítimo, construir puntos de recarga de vehículos eléctricos y estaciones de hidrógeno, establecer más normas de eficiencia para todo tipo de electrodomésticos, reducir el consumo de energía de los edificios a través de una calefacción, ventilación y aire acondicionado eficientes, tecnologías de aislamiento innovadoras o soluciones inteligentes de gestión del sombreado de las fachadas.

Podríamos ayudar a nuestros agricultores a modernizarse para que utilicen menos pesticidas y cuiden de nuestro medio ambiente al tiempo que producen productos más sanos.

Estas tecnologías ya existen. Son sólo algunos ejemplos de las soluciones identificadas y seleccionadas por la Solar Impulse Foundation, y su reto #1000Solutions está aquí para demostrarlo.

Lo que estas tecnologías necesitan es un acceso más fácil a la inversión, una contratación pública alineada con el Acuerdo de París y una normativa medioambiental favorable que cree la necesidad de estas soluciones en el mercado.

Retrasar las normas más estrictas sobre las emisiones de los coches no ayudará a la industria automovilística cuando las ciudades están prohibiendo los motores de combustible y los clientes se están decantando por los coches eléctricos. Tampoco ayudará a la industria energética mantener en funcionamiento las centrales eléctricas de carbón mientras los precios de las energías renovables siguen bajando.

Hacer más de lo mismo como paquete de rescate no puede ser la respuesta.

En lugar de utilizar los paquetes de estímulo para apoyar el "business as usual" -encerrando modelos económicos obsoletos, e invirtiendo en activos que pronto quedarán varados- deberíamos invertir en la nueva economía para salir de la crisis en mejor forma de la que entramos, aptos para el futuro: sostenible, inclusiva, competitiva y preparada.

Nos ayudará a crear el mayor mercado industrial del siglo, ya que hoy es más rentable proteger el medio ambiente que destruirlo.

Esta podría ser nuestra mejor oportunidad para lograrlo.


Este artículo de opinión ha sido escrito por Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, y Bertrand Piccard, fundador y presidente de la Fundación Solar Impulse.

Fue publicado originalmente por EURACTIV. Lea el original aquí.

Escrito por Bertrand Piccard en 17 de abril de 2020

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