Opinión - 8 de noviembre de 2021

Los activistas del clima deben pedir soluciones tanto como denunciar los problemas

- Foto de Markus Spiske proveniente de Pexels

Escrito por Bertrand Piccard 2 min lectura

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Las manifestaciones sobre el clima son vitales, pero tienden a señalar demasiado lo que va mal, en lugar de las soluciones que hay que aplicar.

En Glasgow, el pasado fin de semana no fue tranquilo. Ya el viernes, miles de jóvenes y mayores, a menudo con sus familias, respondieron a la llamada del movimiento Fridays for Future, iniciado por Greta Thunberg, para manifestarse en paralelo a la COP26. El sábado, casi 100.000 manifestantes -según los organizadores- se manifestaron a pesar de la lluvia torrencial. En el centro de sus reivindicaciones, la justicia climática, es decir, la aplicación inmediata por parte de los países ricos, responsables del problema, de medidas para ayudar a las comunidades ya afectadas por el cambio climático en los países en desarrollo. Estos movimientos de protesta también han ocupado las calles de más de 200 ciudades de todo el mundo, con distintos grados de éxito.

Estas manifestaciones populares tienen un impacto real, ya que dan a los gobiernos, a menudo recelosos, la oportunidad de asumir compromisos más ambiciosos. En el cantón de Vaud (Suiza), el parlamento aprobó una moción que reconocía la emergencia climática en marzo de 2019, después de que las huelgas climáticas salieran a la calle varios viernes seguidos.

Sin embargo, estos movimientos tienden a centrarse únicamente en los problemas, con fuertes eslóganes e imágenes de apoyo, utilizando un lenguaje intransigente. "1, y 2, y 3 grados, ¡es un crimen para la humanidad!", machacan los activistas. Aunque ahora que se conocen los problemas, creo que iríamos más rápido, si los manifestantes pidieran en cambio que se pongan soluciones, ya que existen. Hablar sólo de los problemas provoca ansiedad, un sentimiento de impotencia, que a menudo conduce, paradójicamente, a la inacción.

La fundación Solar Impulse propuso a uno de los grupos de la Huelga Climática unirse a su manifestación para hablar juntos de soluciones. Los organizadores nos dijeron que no querían promover las tecnologías. A sus ojos, estábamos demasiado orientados en esta dirección, mientras que ellos promueven la baja tecnología, el decrecimiento. También recibí un mensaje en Twitter que decía:

"Ningún ecologista utiliza ya la palabra solución", y durante una charla radiofónica, otro activista me dijo: "Dais esperanza hablando de soluciones, cuando sólo hay problemas".


¿Un futuro de tecnologías mágicas?

Estoy de acuerdo en que el "solucionismo tecnológico" es peligroso. La obsesión por instaurar en el futuro tecnologías mágicas que aún no existen hoy, creyendo que solucionarán la situación, nos lleva a esperar a mañana en lugar de actuar hoy. Es inaceptable esperar que las nuevas soluciones, como la captura de carbono, nos permitan seguir emitiendo todo el CO2 que queramos. Peor aún, algunos ponen sus esperanzas en la geoingeniería, como la idea de espolvorear nanopartículas en las capas superiores de la atmósfera, para reflejar más los rayos del sol y así enfriar la atmósfera. Esto equivale a desequilibrar la naturaleza dos veces, enfriando la atmósfera para compensar el efecto de calentamiento que generamos nosotros mismos. Son métodos de aprendiz de brujo, y por suerte no hay mucha gente que los apoye.

Desde este punto de vista, los actuales movimientos de protesta mantienen un lamentable malentendido. La eliminación de la noción misma de solución nos disuade de utilizar todas las técnicas que ya existen, que a menudo provienen del sentido común. Las energías renovables, que se han vuelto más baratas que los recursos fósiles, la renovación de los edificios, la calefacción eficiente gracias a las bombas de calor, el reciclaje de residuos, la recuperación del calor residual o incluso los procesos de economía circular son solo algunos ejemplos.

Avanzaremos mucho más rápido si nos liberamos de actitudes extremas, si rechazamos tanto la contestación pura y dura como el excesivo solucionismo tecnológico, para fomentar las soluciones técnicas que existen hoy en día y que han demostrado su eficacia. La voz de los jóvenes es fundamental, al igual que las manifestaciones populares, pero su mensaje sería más eficaz coreando "¡Soluciones, soluciones!" "

Este artículo se publicó por primera vez en La Tribune y en el diario suizo Le Temps



Escrito por Bertrand Piccard en 8 de noviembre de 2021

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