Opinión - 9 de junio de 2021

La ley sobre el CO2 fomenta tanto la economía como el medio ambiente.

- Foto de Marek Piwnicki en Unsplash

Escrito por Bertrand Piccard 3 min lectura

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Algunos círculos económicos temen que la ley del CO2 represente un peso para las empresas y un coste para los particulares. ¿Y si fuera exactamente lo contrario?

Como Suiza representa el 0,1% de las emisiones mundiales de CO2, sus esfuerzos, aunque necesarios, no serán suficientes para detener el deshielo de los glaciares. El interés de la ley sobre el CO2 reside en otra parte. Hará que nuestra economía sea más competitiva y rentable al modernizar nuestras infraestructuras.

El CO2 no es sólo un indicador del cambio climático. Es sobre todo un indicador de ineficiencia. La mayoría de las tecnologías que utilizamos en la movilidad, la construcción, la vivienda, la industria, la agricultura, son anticuadas e ineficientes. Desperdician recursos, energía y... mucho dinero, además de emitir CO2. Utilizar calefacciones de aceite cuando las bombas de calor son más baratas no tiene sentido. Tampoco lo tiene vivir en una vivienda mal aislada. Es absurdo, como lo es conducir con motores de combustión, cuando los vehículos eléctricos tienen mucho mejor rendimiento (relación entre energía utilizada y potencia devuelta).

No son los impuestos sobre el CO2 los que saldrán caros, sino el despilfarro y la ineficacia continuados. Todos los que estén dispuestos a ponerse al día conseguirán un ahorro directo y además recibirán una rebaja sobre lo que tendrán que pagar los que se resistan al cambio. Ellos, de hecho, pagarán más, y por eso esta ley les asusta.

Suiza pierde cada año 13.000 millones de francos para comprar petróleo y gas en el extranjero. Cómo explicar la lentitud de la transición energética si no es por la oposición de quienes anteponen sus intereses personales a los del país al seguir importando petróleo y coches contaminantes.

Esta ley fijará normas ecológicas que permitirán la creación de puestos de trabajo a través de nuevas oportunidades industriales, y permitirá la entrada en el mercado de tecnologías limpias y energías renovables. Con mi Fundación Solar Impulse, he pasado los últimos 4 años identificando soluciones rentables para proteger el medio ambiente y he encontrado más de mil. Suficientes para satisfacer las exigencias de una sociedad con bajas emisiones de carbono.

Abandonemos, pues, la falsa idea de que la ley del CO2 generará costes. Por el contrario, generará inversiones rentables, cuando el dinero nunca ha sido tan barato. Esta oportunidad para modernizar nuestro país y aumentar el poder adquisitivo no se presentará pronto.

Con buques insignia como la EPFL y la ETHZ, Suiza ya es pionera en innovaciones medioambientales. De las 1.000 soluciones etiquetadas por mi fundación, más de un centenar proceden de nuestro país. Finanzas sostenibles, reciclaje de residuos, conservación del agua, aviación eléctrica, agricultura moderna, hidrógeno, energías renovables, materiales alternativos... Las tecnologías limpias representan hoy más del 4,5% del PIB suizo y unos 211.000 puestos de trabajo.

Pero para que estas soluciones se desarrollen, es necesario un marco jurídico ambicioso que combine objetivos precisos, una hoja de ruta, incentivos fiscales e inversiones. Por tanto, fijar objetivos de reducción de CO2 no es sólo un imperativo medioambiental, sino sobre todo una evidencia económica.

Bertrand Piccard

Presidente de la Fundación Solar Impulse

Escrito por Bertrand Piccard en 9 de junio de 2021

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